«Un historiador no debería entretener a sus lectores con escenas exageradamente coloristas, ni debería -cosa que hacen los poetas trágicos- imaginar las reacciones probables de sus personajes ni adentrarse en todas las consecuencias probables y marginales respecto de los hechos que trata, sino registrar sencillamente lo que realmente ha sucedido y lo que realmente se dijo en cada ocasión, aunque sean lugares comunes. Ya que el objetivo de la tragedia no es el mismo que el de la historia, sino justo el contrario […] En un caso se trata de que lo probable tome la iniciativa, aunque sea algo falso, ya que su objetivo es generar ilusión entre los espectadores; en el otro caso se trata de la verdad, y el objetivo es ser útil a los lectores».
Polibio